Los "cuentos de hadas" también tienen su precio. Para Meghan Markle el convertirse en la Duquesa de Sussex no será cualquier cosa. Ya antes de la boda tuvo que cerrar sus redes sociales, contaba con millones de seguidores, y su blog "The Ti".

El siguiente paso fue acabar con los patrocinios que tenía y en cuanto se anunció su compromiso, se despidió de su exitosa carrera como actriz.

Ahora tendrá que distribuir su tiempo en el apoyo a caridades y organizaciones que apoyen causas cercanas a su corazón. Por supuesto, este trabajo lo hará de la mano de la fundación del Príncipe William, el Príncipe Harry, la Duquesa de Cambridge y ahora, suya.

Las demostraciones físicas de amor serán en privado. El saludo a la Reina es una reverencia, como lo hacen todos los miembros de la Familia Real. La primera vez que la ven durante el día, con una reverencia, si se trata de las mujeres y con una pequeña inclinación de la cabeza si son los hombres. Meghan tuvo su primera oportunidad de hacerlo en público durante el servicio religioso en Sandringham la navidad pasada.

Como miembro de una familia de tan alto perfil, Meghan tendrá vigilancia las 24 horas del día. Deberá tener por lo menos una persona asignada a su protección, que estará con ella siempre que aparezca en público.

Meghan deberá despedirse de las selfies. Una de las reglas más antiguas e inamovibles de la familia es no firman autógrafos por la preocupación de que su firma pudiera ser falsificada con algún fin negativo.

Tendrá que ser conservadora al vestir, Meghan no podrá usar shorts, ahora tendrá que apegarse a la regla no escrita de vestir siempre conservadora. Cuando esté en un evento público no podrá llevar faldas cortas o enseñar mucha piel, de hecho ha comenzado ya con aquella costumbre de siempre llevar medias.

Siempre que viaje al extranjero deberá empacar un look en negro, es una regla inquebrantable y que tiene un origen bastante triste. Se lleva en caso de que mientras se encuentra de viaje alguien cercano fallezca y sea necesario que guarde el luto correspondiente.

No podrá hacer juicios políticos en público. Esto se debe a que la Reina es la Cabeza del Estado, por lo que debe respetar las cuestiones políticas, lo que hace que ni siquiera pueda votar. De hecho, ninguno de ellos podría contender por un cargo público y es que esto salvaguarda que el monarca no use su influencia para alterar cuestiones políticas o hasta la ley.

La navidad se pasa en Sandringham, es una tradición inquebrantable.

Es casi imposible ver a una royal sentarse con las piernas cruzadas en público. Las piernas y rodillas deben mantenerse juntas en esta posición, por lo que cruzar los tobillos está bien. Una experta en esto es la Duquesa de Cambridge, quien suele hacer esto dirigiendo sus piernas a un mismo lado, en una pose por demás favorecedora.
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