Por Gabilú Mireles– Si vives en la Ciudad de México, seguro has comido en alguno de sus 10 restaurantes -y sus respectivas sucursales-.
No por nada, Daniel Ovadía -de 33 años- ha sido llamado el chef más exitoso y joven de México en más de una ocasión.
Pero la historia de este chef no es del tipo romántico de aquellos otros que crecen viendo a su mamá cocinar o que ayudaba a rebanar, picar y hornear desde que era pequeñito.
En la casa de Daniel Ovadía, nadie cocinaba. No tiene recuerdos de su abuela haciendo tamales desde cero, ni a su mamá preparando pasta, ni a su papá poniendo la carne en el asador los domingos. En la casa de los Ovadía, las grandes comidas se vivían fuera de casa… en los restaurantes. Ahí se formaron las grandes memorias familiares de Daniel. Cada domingo, visitaban un nuevo restaurante, por eso dice que a los 7 años ya conocía todos los de la Ciudad de México. Pero también tenían sus favoritos.
«Íbamos al Vips de Durango, en Condesa», recordó el chef, «a los 3 años, yo pasaba a la cocina para ver, ya nos conocían, uno de los meseros me subía en sus hombres, tenía hasta mi pin con mi nombre… algo me jaló de ese ambiente, pero no tenía esa idea de ser chef aún. No sabía que podía dedicarme a eso».
Primero pensó en ser dentista, como su papá, después arquitecto o doctor. Empezó la carrera de Economía en el ITAM y, en cuanto se dio cuenta que no era lo suyo, les pidió a sus papás cambiarse a Gastronomía, pero no lo dejaron. Así que se movió a Administración, una carrera que podía servirle para su futuro en la industria restaurantera.
La primera vez que entró a una cocina por fin llegó cuando comenzó a trabajar en un restaurante.
«Estuve en todas las áreas, almacén, compras, barra, de mesero, garrotero, host, hasta que el dueño me pidió que armara un menú para las pascuas judías. Fue la primera vez que me metía a una cocina en un restaurante«, admitió.
A través de sus 10 venues, Daniel saca a relucir su naturaleza de anfitrión, aquella que aprendió desde pequeño, pasando sus tardes familiares comiendo fuera. Ahora, llega su turno de crear «segundos hogares» para otros que -como él- prefieren salir a comer en casa.
Y cuando entras a cualquiera de sus restaurantes, te das cuenta que ha logrado crear una experiencia, ya sea en su lonchería Peltre -en el corazón de la Condesa-, en DAO -que te envuelve en un ambiente asiático-, en el sports bar Cranker -con su personalidad casual y sport- o en Nudo Negro -donde los comensales primerizos pasan hasta la cocina para conocer el concepto al 100%-.
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¿Cuál es el secreto del éxito?
«Trabajar muchísimas horas y lo más importante es rodearte de gente súper capaz que crea en ti, si no cree en tu proyecto, nunca lo vas a lograr», explicó. «Siempre he tenido muy buen ojo para la gente; luego luego te das cuenta que tienen hambre, aguante… hay gente con pilas y se les acaban. Este oficio te absorbe, servimos a 3500 personas en un día, esas son 3500 posibles fallas, es algo muy grande, es muchísima presión«.
Además de sus restaurantes, Ovadía también tiene un servicio de catering, una marca de espíritus y su propio boliche -dentro de Alboa Santa Fe y Patriotismo-. Pero el chef aún tiene un sueño más claro por cumplir.
«Siempre he querido tener un hotel, sigue siendo ese arte de la hospitalidad, darles buena comida y un lugar para quedarse».
Al final, Daniel Ovadía no es sólo un chef, es el anfitrión por excelencia.
FOTOS: Alan Aldana
PRODUCCIÓN: Gabilú Mireles
LOCACIÓN: Alboa Santa Fe