Por Eduardo Román- La segunda generación del SUV de Jeep da un salto cuántico en casi todo aspecto analizable. La Compass reemplaza también a la Patriot y estará disponible en México a partir de agosto.

El cambio total en el enfoque de este auto no es solo teórico y fue palpable aún en estos primeros kilómetros, ahora construido sobre la arquitectura que también da vida al Renegade.

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En lo mecánico, el motor es el cuatro en línea 2.4 de denominación Tigershark con 180 caballos y 175 lb-pie, cuyo desempeño percibido por ahora no fue distinto al que ya hemos conocido en vehículos como el comentado Renegade, el Chrysler 200 o el Fiat 500X, con una aceleración que implica anticiparse o calcular bien maniobras como adelantamientos en carreteras de solo dos carriles por sentido o al incorporarse a avenidas principales.

Los cambios empiezan con las versiones de tracción delantera, que equiparán una caja automática de seis velocidades en lugar de la de nueve que queda reservada a aquellas con tracción integral. La variante Trailhawk, de llegar al país, será la única con cuatro ruedas motrices, pues las Latitude y Limited serán FWD en la gama local.

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La cabina de la Compass muestra una calidad mucho más alta en cuanto a materiales con mullidos y texturas mejor trabajados, una ergonomía optimizada en asientos, posición de manejo o la gestión de distintos elementos de equipamiento y una insonorización elaborada al menos de fuentes como las llantas o el viento, pues el motor de repente resulta más intrusivo de lo esperado.

En la parte dinámica, ya puede considerarse como algo contemporáneo, con una marcha buena que se aleja de ese salto de antes que daba siempre la sensación de ir en algo económico. Lo mismo aplica para una dirección más lineal en su asistencia, un apoyo en curvas que da más confianza y unos frenos casi inmediatos y muy precisos.

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