Por Taís Kuri– Acabo de regresar de un increíble y revitalizante viaje del que me urge contarles y con el que, estoy segura, voy a sembrar la curiosidad en más de uno de ustedes, para que vayan a explorar, en concreto, un lugar extremadamente diferente e inquietante, y así vivir una especie de desconexión con la tierra, el tiempo y hasta con la dimensión del espacio; estoy hablando de Marfa, Texas.
Para quienes son atraídos por los enigmas de este planeta, este curioso e interesante destino situado en el alto desierto del noroeste de Texas -Estados Unidos- cuenta con fascinantes actividades y sitios que lo hacen muy atractivo y que lo han ido posicionando, misteriosamente, como uno de los destinos con más afluencia turística de los últimos tiempos.
Es el destino perfecto para quien no quiere agobiarse trazando planes previos, pues la misma energía del lugar te va guiando por una serie de acontecimientos que dan a conocer la infinidad de cosas que allí pueden pasar.
Durante mi estancia en Marfa, no fui realmente consciente de todo lo que estaba haciendo y aconteciendo a mi alrededor, porque todo iba sucediendo paulatinamente, sin programa, sin reservaciones, sin transportes a los que esperar… Fui verdaderamente consciente cuando el viaje pasó y volví irremediblemente a mi rutina. Todo el entramado del recuerdo que guardo comenzó con la caricia de las lentas horas que transcurren en el desierto mientras se camina sin sentir cansancio, para seguir con las visitas a las galerías de arte contemporáneo y pasar por algunas de las instalaciones de arte moderno, pues Marfa es considerado un centro importante de arte minimalista.
Hay encanto en hospedarse en un tipi, acampar en pleno desierto, alquilar una casa con un grupo de amigos o en pareja, rentar un camper y sentir que estás atrapado en una película de Tarantino. Sentarse a comer algo delicioso en algunos de los acogedores bares y restaurantes llenos de estilo y de vida propia es todo un deleite para el paladar, así como dar un paseo nocturno bajo la luz de sus refulgentes estrellas y la luna imponente que baña el desierto o dejarse acariciar por el viento frío mientras se escucha el sonido de la nada, lo es para el resto de los sentidos.
Y ahora quiero poner énfasis en sus cielos, esos cielos de las tardes de Marfa que son de mandarina, toronja y turquesa, sin contar que James Dean paso por ahí muchos días rodando su última película, El Gigante. Y por último, y no por eso menos importante, sino todo lo contrario, cabe mencionar las famosas Luces de Marfa, una misteriosa e inexplicable danza de luces que hacen su aparición cada noche en el cielo, atrayendo a un número representativo de turistas que acuden expectantes para no perderse este espectáculo. Este evento nocturno lleva más de 130 años deleitando a los humanos y actualmente escasas teorías pueden explicar y teorizar sobre el verdadero origen de estas enigmáticas fogatas celestiales.
¿Cómo llegar a Marfa?
Puede ser en auto desde el estado mexicano de Chihuahua, con el que llegarás en 3 horas y 45 minutos. Yo me fui vía San Antonio, Texas, sumida en un road trip maravilloso que duró unas 6 horas y en el que cada kilómetro que nos acercaba a la tan inquietante Marfa se iba haciendo más presente y más fuerte esa vibra que te anuncia que un mágico desierto tejano, acompañado de espectaculares paisajes y bóvedas rosas y azuladas, está por llegar y conquistarte. No dudo, ni tantito, que yendo por México toda la experiencia tiene que ser igual de impactante.
A los que les despierte la curiosidad, pueden checar la información que hay sobre Marfa en Internet y se darán cuenta de que el pueblo en realidad es muy pequeño, en el que hay como unos 5 hoteles y 5 lugares para comer. Pero la idea de este viaje está más enfocada a quienes les gustaría disfrutar como yo: de los pueblos fantasma, de las horas lentas, de los bares de carretera, de ese silencio en el que la única voz es la tuya propia, etc. Por todo esto, Marfa es perfecta para aquellas personas que se sienten identificadas o conectadas con el cosmos y cómo se relaciona con la naturaleza.
¡Ah, lo olvidaba! No se pierdan, por favor, pasar una noche por el Lost Horse Saloon y escuchar la música country desde la barra; ni pedirse un delicioso Tito’s -un famoso, típico, orgánico y artesanal vodka del estado de Texas- con Topo Chico y una rodaja de limón, ¡uff! Eso sí que no se puede contar con palabras…