Por Chucho Martínez- El pasado mes de mayo tuve la oportunidad de estar en San Francisco por un viaje de trabajo que me emocionaba muchísimo. La primer noche del viaje, nuestros anfitriones nos llevaron a cenar a un lugar japonés espectacular llamado Ozumo y, maravillado por la increíble experiencia gastronómica que vivimos ahí, decidí regresar a mi hotel caminando para respirar un poco la ciudad.

En ese camino, me di cuenta que se anunciaba la exposición “Oscar de la Renta, The Retrospective”, en The Young Museum, y había leído que era la exposición más completa jamás hecha sobre este diseñador, por lo que decidí ir el fin de semana.

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Entrar al museo, después de una serie de aventuras y filas enormes, fue para mí un remolino de emociones por la cantidad de cosas vividas con este famoso diseñador. En 2009, Lisette Trepaud, Paco Conteras y yo volamos a NY -referidos por un amigo mío- a una cita en las oficinas de Oscar de la Renta. Teníamos toda la ilusión de traer a Oscar a México por primera vez en el proyecto de Moda Nextel. Era la determinación de Lisette la que nos movía y las ganas de poner a México en el mundo de la moda internacional.

Al principio, con mucha resistencia, pero después con una apertura enorme, logramos nuestro cometido e hicimos que Oscar de la Renta viniera a México, no sólo una, sino dos veces y con un gran éxito. El evento es muy “googoleable” y por eso no les voy a contar más, sin embargo, todo lo que vivimos, en lo que Lisette llamaría “La aventura de Oscar en nuestras vidas”, fue increíble.

Tener la oportunidad de conocer a las top models más importantes del momento, Karlie Kloss, Joan Smalls, Lindsay Ellingson, Cara Delevigne, entre muchas otras;  ver por primera vez a Anna Wintour en un desfile y además conocerla e intercambiar tarjetas en el elevador del edificio de la calle 42 cuando salía de la oficina de Oscar, saber que él comía con ella una vez a la semana, encontrarme con Galliano, ver a personajes como Grace Coddington, Anna Dello Russo, Giovanna Battaglia, Franca Sozzani y Andre Leon Talley desvivirse en halagos por el trabajo del diseñador, saber cómo le gustaba cantar música mexicana, cómo amaba el mariachi y entender su maravilloso concepto de la mujer era impresionante.

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Cualquiera diría que Oscar podría pasar como un diseñador muy elite, que simplemente se sentaba a dar órdenes, pues ya tenía un lugar ganado en la industria.

Era el primer latinoamericano en dirigir una casa de moda europea, aparecía en casi todos los issues de Vogue, vestía a las primeras damas de Estados Unidos, además de a las mayores celebridades del mundo como Sarah Jessica Parker y Rihanna.

Todo eso le podrían valer el título, sin embargo, de primera mano sé que era el primero en llegar a su oficina y el último en irse, el encargado de cortar la tela y supervisar directamente el patronaje, el visionario y el ejecutor del diseño. Oscar lo era todo.

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Creo que el legado del Oscar de la Renta en la industria de la moda es la enorme e incansable pasión que sentía por su trabajo, hasta el último de sus días, y la visión de siempre querer llevar todo lo que hacía a un siguiente nivel, pisando fuerte como nadie lo ha hecho. Además de esto, Oscar le enseñó a toda la industria que cuando crees que ya llegaste a la cima siempre existe una más alta por conquistar y, sobretodo, un camino nuevo por aprender. Que en paz descanse Oscar de la Renta, el primer latinoamericano distinguido de la moda en el mundo, que nos enseñó a que, con trabajo, siempre todos los sueños se pueden cumplir.

“Lo que importa, después de todo, es la gente a la que amo y tener una vida bien vivida”. Oscar de la Renta

¡Viva Oscar!

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