Por Teo Rodav– A kilómetro y medio del Castillo de Windsor, en Inglaterra, unos 1.200 niños acuden cada día al colegio vestidos con uniforme de frac negro, chaleco y pantalones rayados; una corbata blanca les aprieta el cuello: se trata de los alumnos del colegio Eton.
El apellido ha sido un común denominador entre los jóvenes que ingresan en este exclusivo internado. Hasta hace un par de décadas, el colegio Eton era una institución únicamente abierta a los miembros más jóvenes de la aristocracia británica, sólo entraban niños de buena familia; blancos, puros y muy adinerados. Hoy, tras el cambio de timón de sus dos últimos directores, gracias a un reforzado programa de becas (270 de sus 1250 pupitres son para niños becados), el internado empieza a ver algo de diversidad.
Los hombres más ilustres de la cultura y la política británica, han sido forjados en este lugar: Boris Johnson, David Cameron y otros 18 primeros ministros; los príncipes Harry y William; los actores Eddie Redmayne, Dominic West, Hugh Laurie y Tom Hiddleston; etcétera.