Por Paulina García–  Muxes es un cortometraje dirigido por el videasta italiano Iván Olita en el cual muestra la apertura de la cultura Zapoteca en Oaxaca para aceptar lo que ahí se conoce como un tercer genero «los Muxes», ellos no son ni hombres ni mujeres.

Ivan olita

Muxes se proyectará en Love4All este 29 de junio en Campo Marte y antes de su proyección quisimos platicar con su creador para conocer como fue su acercamiento con ellas y que fue su experiencia en la realización de esta.

 

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¿Cómo te enteraste de la existencia de los Muxes?

Estaba en un seminario con Werner Herzog y uno de los asistentes nos enseñó una pequeña pieza de La Vela, un desfile muy grande de Muxes que se lleva a cabo una vez al año en Juchitán, Oaxaca, en la cual al final eligen a la reina.

 

Estos personajes me impactaron inmediatamente y quise saber más de ellas. Ese video era muy corto y no tocaba el tema de una manera profunda, entonces sentí la necesidad de descubrir más. Quería saber de sus vidas cotidianas más allá de La Vela. Después de algunos meses de seguir con mi vida, me encontré con un artículo del NY Times sobre ellas, cuando la controversia sobre el uso de los sanitarios comenzó, y supe que era un recordatorio para que fuera y conociera más. Al día siguiente comencé la preproducción.

 

¿Qué es lo que te acercó a esta cultura?

Creo que éste es uno de estos instantes en los que surge cercanía sólo por estar “CERCA” de ellas. Considero que la cinematografía se basa en la confianza, por lo que entre más confíen en ti, más tú confiarás en ellas y crearás un ambiente bello para trabajar.

 

Juchitán no es un lugar de gran tamaño, por lo que estábamos en la mira del pueblo, pero disfrutamos ser parte de eso y descubrir más de lo que estaba pasando.

 

¿Cómo elegiste a los personajes que aparecen en tu película?

¡Oh! (risas) ese fue un proceso divertido.

 

Llegué a Juchitán sin la menor idea de cómo encontrarlas. Este es el tipo de documental en el que la investigación pre-producción es muy limitada. Tienes que ir físicamente al lugar que quieres y básicamente empezar desde ahí.

 

Cuando llegué me puse en contacto con Michael Matus, director de cine que está viviendo ahí, él nos ayudó produciendo la película y comenzó a presentármelas. Le estoy muy agradecido. Nos subíamos a unos cochecitos y cruzábamos la ciudad de arriba a abajo. La primera semana solamente traté de conocerlas. Sus casas, familias, los restaurantes y mercados donde trabajaban. Al ser un film choral, traté de encontrar personalidades que quedaran bien entre ellas y al mismo tiempo ayudar a la audiencia a entender la diversidad de la comunidad. Asumir que todas las Muxes son iguales, sería un error. Claramente hay mucha variedad dentro de la misma.

 

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¿Cuál fue la enseñanza que te dejó el convivir con muxes?

Creo que ellas me confirmaron que sin duda el género no siempre es el que tenemos asignado al nacer. Si tienes alguna duda al respecto, ve a las Muxes. ellas te lo aclararán.

 

 

¿Qué comida fue la que más disfrutaste durante tu estancia en el Istmo?

Probamos comida increíble. Amo el pescado, entonces recuerdo un ceviche delicioso. También me acuerdo que junto a nuestra casa había un lugar de tacos increíble. Siempre íbamos y tenían un “gringo taco”, que era nuestro favorito (risas). El mercado fue sorprendente, comprábamos muchas cosas todos los días. Nos encantó. Estaba el puesto de jugos, estaba, ya sabes, toda la frescura que te pudieras imaginar. Me fascinaron las aguas fresas, entonces diario me tomaba una.

Otra cosa muy interesante fue que, como saben, en Istmo puedes comer iguanas, y normalmente soy una persona que prueba cualquier cosa, pero creo que este animal es lo único que nunca he probado porque yo soy creyente que en mi vida pasada fui una. No podría comerme a mí mismo, hubiera sido demasiado.

 

 ¿Qué recuerdo conservas del lugar?

¡Muchísimas! ¡Nos la pasamos increíble!

Tengo muchas memorias de Juchitán, por lo que es muy difícil concentrar todas. Rentamos una casa, que era bastante grande, en donde nos quedamos todos: Yo, el director de fotografía, el productor, su asistente. Era una casa increíble en el centro entonces era el punto de encuentro de las personas que eran parte de la película. Ellos llegaban y se iban, nosotros al despertar nos íbamos al mercado que estaba junto, íbamos a explorar el lugar, y de vez en cuando, muy rara vez honestamente, tendríamos un momento tranquilo para asimilar todo, leer un poco y escribir la siguiente escena que íbamos a grabar.

Por la noche, Michael, quien por cierto fue una joya para esta producción ya que sin él no hubiéramos podido hacer nada, nos acompañaba a restaurantes y después a un par de antros. Honestamente es un lugar que aprecio en mi corazón, y una vez más, tengo que ser muy agradecido con Michael, porque sin él no hubiéramos tenido la más mínima oportunidad de explorar tanto como lo hicimos.

Uno de los momentos más increíbles, ahora que lo recuerdo, fue cuando nos llevó a casa de unas Muxes que se estaban arreglando para salir. Recuerdo haber entrado a la casa, cuando las tres se estaban alistando. Recuerdo que le dije al director de fotografía: “Mira, si sólo vinimos por esto, valió la pena”, porque estábamos inmersos en un ambiente tan auténtico. Literalmente podías oler las hormonas en el aire. Eran jóvenes, entonces fue increíble poder presenciar este momento. Esa fue un recuerdo de la experiencia de grabación, pero también las del equipo y la producción fueron increíbles.

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