Por Karen Luna– Imagínate que tienes una junta con un cliente súper importante o un date con esa persona guapísima y a la primera palabra te das cuenta que todo el interés o encanto murieron porque en el momento que abrió la boca su aliento –perfumó– todo el lugar… #FailTotal.
Algo que en nuestros días es imperdonable es el mal aliento –o bueno, una mala higiene bucal en general.– Si bien el cepillo y la pasta dental son un must, hay bacterias y gérmenes que no se eliminan simplemente con un cepillado, por lo que el uso de hilo dental y enjuague bucal son I N D I S P E N S A B L E S.
Usar correctamente el enjuague bucal no solamente ayuda a tener un aliento fresco, también ayuda a prevenir caries y reducir la placa bacteriana, una de las causas de la gingivitis.
De entre la gran variedad de productos que existen en el mercado, mi recomendación es un enjuague que no simplemente “enmascare” el mal olor, sino uno con antiséptico que combata los gérmenes, reduzca la placa bacteriana y que contenga fluoruro para prevenir caries. Listerine tiene una amplia gama con todos estos aspectos y, además, está hecho con cuatro aceites esenciales –timol, mentol, eucaliptol y salicilato de metilo– que hacen que sus sabores sean increíbles.
No basta simplemente con verse bien, un aliento fresco y una sonrisa impecable son un pase de entrada a muchas posibilidades. Qué mejor que la gente te recuerde por algún encanto o cualidad que por el mal aliento –nunca, qué oso–.
Fácil de encontrar en cualquier farmacia, súper, tiendita de la esquina, changarrito o whatever, el enjuague bucal es algo que debe de acompañarte siempre y que, además, agradecerás de traer contigo.