Por Taís Kuri– ¿Quién no ha pensado alguna vez en darle un toque de alegría a su casa, jardín o al lugar donde pasa la mayor parte de su tiempo? Nos la pasamos adornando nuestros espacios con artículos mobiliarios y decorativos que algunas veces no nos convencen del todo, sin contemplar la posibilidad de hacerlo con otras opciones, como la de llenar esos huecos con algo colorido, natural y no necesariamente caro, como las plantas. Estos seres vivos que habitan, normalmente, espacios abiertos también pueden hacerlo en el hogar y convertirse en grandes aliados de nuestro espacio más íntimo. A quienes les gustan las plantas, la botánica y la decoración tienen una cita obligada con los emblemáticos Viveros de Coyoacán, un espacio abierto y grande, ubicado al sur de la ciudad.
En ese enclave, la naturaleza emerge en su grado más abrupto para dar a conocer todas las especies que en esta zona habitan, y no sólo para el disfrute de los que aman en este mundo, sino para el deleite de los que aman otro tipo de actividades que se desarrollan en espacios grandes y naturales, alejados de la caótica urbe. Tengan muy presente que los Viveros de Coyoacán representan un pequeño bosque dentro de la ciudad, donde se pueden practicar deportes con total comodidad -atletismo, jogging, footing, etc.-, así como un lugar perfecto para ir a relajarse y respirar aire puro haciendo yoga o meditación, entre otras actividades. Cabe destacar que se trata de un entorno bien cuidado, vigilado y bien equipado con baños públicos, circuitos delimitados y áreas para niños, en las que uno puede entretenerse también viendo la cantidad de ardillas que allí abundan.
Si el objetivo es adquirir especies arbóreas, plantas y/o flores, sin duda, ese es el lugar idóneo. El mercado que se encuentra dentro de estas instalaciones se distribuye en naves que acogen especies florales de todo tipo, desde las más comunes hasta las más exóticas y tropicales, donde proliferan las orquídeas. Mis dos experiencias dentro de este paraíso vegetal fueron de gran agrado, porque pude adquirir las plantas que tenía en mente, además de las que me fueron conquistando durante mi paseo por estos viveros, a los que se recomienda ir entre semana y temprano, para evitar la aglomeración y preferentemente en coche, por si tu compra pudiera superar tus expectativas y tuvieras que comprar de más, que es algo que, probablemente, te pueda suceder. Allí casi siempre se encuentra lo que uno busca y, si no resulta posible, siempre puedes hacer encargos para tu próxima cita o pedidos a domicilio. El arte del regateo está permitido y hacerlo cuando se compra en grandes cantidades siempre es justo y muy necesario.
Un inconveniente que presenta este mercado, como cualquier otro de grandes dimensiones, es que en la primera visita, al no ubicar bien donde se encuentran los negocios y los productos que se están buscando, puede ser un recorrido pesado y agobiante, lo que puede hacer de tu visita una experiencia poco eficiente. A partir de la segunda visita todo es más rápido y más relajado, pues la familiarización con el entorno y las plantas ya está hecha, así que no se desanimen en la primera visita.
Para concluir, no me gustaría pasar por alto un hecho muy característico en este entorno cada año: el Día de Muertos, que se ha convertido en toda una experiencia dentro de estos viveros, ya que, si bien mucha gente acude allí para comprar flores de esta temporada, como es el colorido y afamado cempazúchitl para sus ofrendas, muchos otros acuden allí para vivir la experiencia folclórica y museística ligada a nuestra cultura mexicana. Arreglos, macetas, regaderas, fuentes, semillas, exposiciones, concursos, etc., se dan la mano allí para hacer de esta festivdad una ocasión perfecta para la promoción del negocio, además de convertirse en lugar de recreación artística de aquellos a los que les gusta inundar las redes sociales con bellas fotografías de plantas y flores.
Así pues, amigos, no olviden anotar en sus agendas una visita a este increíble lugar y tengan en cuenta tomar sus precauciones, si son alérgicos.