Por Eduardo Román- Mercedes-AMG, la filial de la marca de la estrella especializada en vehículos deportivos, sigue en plena actividad. Tras avanzarnos el futuro con el AMG GT Concept de cuatro puertas, ahora nos ha tocado el turno de probar los AMG GT Roadster, tanto en su versión ‘convencional’ (AMG GT Roadster) como en la más deportiva -AMG GT C Roadster-.

Con la llegada de la carrocería convertible, el AMG GT incorpora una variante de gran aceptación. Por el momento llega con una variante básica y con la denominada C, que además de ofrecer más potencia (el motor V8 biturbo se exprime de los 476 a los 557 caballos) también aporta otra serie de cualidades dinámicas adicionales.

No es difícil emocionarse por un coche deportivo Mercedes-AMG dirigido al Porsche 911. Pero puede ser adentrarse alrededor de la línea de Mercedes-AMG GT. Primero fue el GT S, que fue seguido por un nivel de entrada.

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La parrilla que recibe el nombre “Panamericana”, estrenada en el GT R, se volverá rasgo común de todos los AMG GT y viene de la mano con mejoras aerodinámicas que favorecen el apoyo al suelo virtud de una entrada inferior de aire que se activa sola a conveniencia para favorecer la refrigeración o disminuir la resistencia al flujo.

AMG fue tan detallista que hasta el aislante de calor del cofre está formado para dirigir el aire hacia el centro de la “V” del impulsor, donde se concentra más calor con temperaturas de hasta 700 grados centígrados debido a la presencia de ambos turbos de geometría fija, construcción justificada en una respuesta más inmediata, en que se llega más rápido a la temperatura óptima de funcionamiento y porque es un paquete compacto que permitió desplazar todo el bloque lo más atrás posible y así optimizar la distribución de pesos, al punto de que la aparente cubierta del 4.0 sobre el eje delantero, en realidad oculta el depósito del anticongelante.

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