Por Karen Luna– En el año 1900, los hermanos Edouard y André Michelin crearon una guía publicitaria que regalaban en la compra de sus neumáticos. El pequeño libro empezó a ser una referencia en Francia, al punto que comenzó a ser comercializado.

Más de un siglo después, lo que algún día fue un pequeño libro se ha convertido en una serie de guías turísticas reconocidas a nivel mundial bajo el nombre Michelin Éditions du Voyage.

La de mayor alcance es -sin duda- su guía gastronómica. Todos en algún momento hemos escuchado hablar de los prestigiosos restaurantes galardonados con las Estrellas Michelin, pero ¿qué significa esto?

Cuando un restaurante cuenta con una -o hasta tres Estrellas Michelin– supone que el establecimiento no sólo es uno de los mejores de su país, sino que también uno de los mejores en el mundo; un lugar con propuesta culinaria que contribuye al resplandor de la gastronomía mundial.

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¿Cómo se obtienen las cotizadas estrellas?

La rigurosa selección se basa en visitas anónimas hechas por críticos renombrados contratados por la misma editorial. Calidad gastronómica y de servicio, decoración, bienestar del staff, organización y limpieza son sólo algunos de los puntos a calificar.

Con tal nivel de evaluación, no es extraño pensar que únicamente los establecimientos más finos y con los chefs más afamados estén expuestos en de las páginas de esta biblia del universo culinario. Y en efecto, así era hasta hace unos días.

Una visita de uno de estos jueces anónimos a un puesto de Street Food en Singapur volvió real lo inimaginable. El carrito del‎ singapurense Chan Hon Meng -en donde ofrece Hong Kong Soya Sauce Chicken Rice y Noodles por la módica cantidad de ¢1.50 dólares- ha logrado colarse en las paginas de la guía bajo la categoría de restaurantes con Una Estrella Michelin.

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La historia de este cocinero -sin formación que le valga el título de Chef- comenzó cuando apenas tenía 16 años y decidió abandonar sus estudios para preparar comida tradicional y venderla de forma ambulante.

Tal fue el talento de aquel joven que, ahora, locales y turistas de todo el mundo esperan hasta 3 horas para ser deleitados por alguna de sus creaciones -que lejos de ser originales e innovadoras respetan las tradiciones de la gastronomía local-.

Al ser invitado a la ceremonia para recibir su prestigiosa mención, Chan no podía más que estar sorprendido.

«Cuando recibí la invitación a la ceremonia de entrega, no sabía qué pensar. Pensé que era una broma. Nunca había escuchado sobre un inspector de Michelin visitando un puesto callejero», compartió el cocinero.

Esto sólo demuestra que el talento culinario no está únicamente en las paredes de una cocina altamente equipada bajo el resguardo de un lugar, en el que obtener una mesa requiere reservaciones con meses de antelación; también lo puedes encontrar en las calles de cualquier ciudad.

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