Por Hanne Engels– Apenas en los últimos 40 años se empezó a hablar sobre Tantra en Occidente, desgraciadamente, la versión que nos ha llegado ha sido muy diluida. Los maestros que permitieron que existieran alumnos occidentales decidieron que no estaban listos para la versión completa y más profunda.
El Tantra en Occidente está reducido a un camino sexual, por lo que para nosotros ha sido básicamente una técnica sexual. Pero el tantra es mucho más que eso, es una filosofía de vida. El enfoque tántrico considera como divinos todos los aspectos del universo y se pone en conflicto con muchas creencias y religiones que separan el mundo material -sucio, profano, impuro, malo- del espiritual -elevado, puro, limpio, bueno-.
En su origen indio, basado en los Vedas, el Tantra forma parte de una ancestral tradición y dice que estamos 100% compuestos por lo divino. Nuestras emociones y cuerpos son manifestaciones puras de la divinidad por lo que podemos alcanzar este estado desde cualquier aspecto o situación de la vida material incluidas las sensaciones, emociones y pensamientos, es aquí donde el sexo entra en la escena.
¿Qué es el sexo tántrico?
En esta práctica todas las experiencias del mundo material son una puerta a lo divino, entre más intensa la experiencia más grande su potencial. El propósito del sexo tántrico no es que el placer sea más intenso, sin embargo, esta intensidad viene como resultado de su práctica. Sus técnicas están diseñadas para usar la energía sexual y creadora para alcanzar estados elevados de conciencia.
Cuando una persona usa el Tantra para mejorar su vida sexual, las experiencias se vuelven tan intensas que se convierte en algo fascinante y por el camino es fácil olvidar que el propósito de la sexualidad Tántrica es acercarnos a lo sivino, más que al placer. Perderse en el placer es una trampa a la que se le conoce como «Tantra Rojo».
Una persona se vuelve realmente tántrica cuando decide que hay algo más en la vida que el gratificante placer sexual, que es equivalente a cualquier otro de nuestros deseos emocionales manejados por el ego, que nos limitan a ver más allá de lo ordinario y buscar lo Divino en absolutamente todas nuestras experiencias.
Todo en la vida puede ser Tántrico: golf tántrico, cocina tántrica, meditación tántrica, sueño tántrico. Cualquier aspecto se puede volver divino si enfocamos nuestra atención en encontrarlo a cada momento. Sin embargo, sí es importante el lado sexual: es la meta en el Tantra, la unión de opuestos. Dentro de nosotros tenemos polos opuestos, ying-yang, creativo-receptivo, y para poderlos integrar es importante saber que no somos un solo lado de estos opuestos, sino que contenemos los dos al mismo tiempo y sin uno no existiría el otro.
Todos tenemos una mujer interior y un hombre interior, estos seres representan según el Tantra: pares opuestos. En una práctica sexual tántrica nuestros opuestos interiores se juntan; por esta razón el sexo o la representación de él ha sido tan importante para los rituales tántricos, porque es la unión sexual divina de los opuestos.
Aunque la parte sexual es importante, hay escuelas de Tantra en las que el sexo físico no es parte de la práctica y se enfocan en la meditación con visualización y la unión sexual está simbolizada con otros elementos.
El contexto espiritual es lo más importante dentro del sexo tántrico y para lograrlo hay que establecer un espacio sagrado con velas, incienso y meditación, así como tener una intención para elevar la conciencia. Algunas de las técnicas tántricas se han vuelto famosas en occidente, como la que les permite a los hombres contener la eyaculación, que a su vez los lleva a orgasmos de todo el cuerpo o múltiples sin eyacular. En nuestro caso, las mujeres, podemos alcanzar el orgasmo con más facilidad y que estos sean más duraderos e intensos, pudiendo lograr ser multiorgásmicas.