Por Hanne Engels– La primera vez que estuve en San Francisco, un amigo me contó sobre unos baños rusos, que se habían convertido en su lugar favorito. Luego de conocer los de Japón, pensé en sauna, vapor, etc, lo más común, pero nunca imaginé la experiencia.
Muy mona, hice una maletita con mi shampú y demás, y me junté con mi amigo para desayunar antes de ir a los baños. Me recomendó que desayunara bien por aquello de mi presión baja; en el momento me pareció una exageración. En el camino, le dije que estaba lista y que había traído mi traje de baño; me paró en seco y me dijo que me olvidara de eso.
Sí, queridos, muy valientemente dejé mi maletita en el el coche y me bajé con lo puesto. Al llegar, me dieron una bata y mi toalla. Me dirigí a los lockers, me cambié, me enrollé en mi toalla y me dirigí a lo que inocentemente pensé que era la sección de mujeres… era mixto.
Lo menos relevante de mi experiencia fue la desnudez, la verdad, a la media hora ni me acordaba que no traía ropa, como pez en el agua me cambiaba de saunas, me metía a los jacuzzis hirviendo y, luego, a los helados. Por los cambios de temperatura, se sienten como agujitas en el cuerpo, y lejos de disgustarme, me encantó la sensación.
El Banya tradicional ruso es un sauna -muy caliente- con una diferencia: el vapor es más húmedo, más fácil de aguantar, más desintoxicante e hidratante que un sauna común y corriente, pero esto no es lo único.
Después de casi morir en el sauna, en el que hay niveles de temperatura -el grado tres ni siquiera lo intenté-, con mi gorrito de lana con el que supuestamente regulas la temperatura de tu cabeza, me presentaron el Venik, un ramo de hojas de roble tradicionales en los baños, con los que te soplan con agua y, después, pegan en el cuerpo creando una experiencia aun más caliente. Ninguna vez aguanté más de 10 minutos y salía corriendo a darme una inmersión o ‘plunge’ en el jacuzzi de agua helada, en el que tienes que permanecer por lo menos 30 segundos para acelerar la circulación, por lo que creo que ya me libré para el resto de mi vida ¡de cualquier accidente cardiovascular!
El vapor tenía eucalipto agregándole un toque delicioso; saliendo de ahí, respiré mejor que nunca. Todas estas actividades las repetí como 15 veces hasta que me empezó a dar sueño y me subí a la terraza al sol a tomar una siesta; sí, sin ropa; sí, delicioso -para este punto ya no pasaba por mi cabeza ese tema-.
Investigando un poco más, descubrí que hay muy pocos de estos baños realmente tradicionales en el mundo, cada vez abren más y más gente los prueba y conoce; son lo máximo.
Algunos de estos baños están en Nueva York, Los Ángeles y Londres, pero deberían abrir también en México, aunque no se cuánta gente se atrevería a ir. Así que si se topan con uno, no duden probarlo.
San Francisco
Mixto, ropa opcional
Archemedes Banya
748 Innes Ave.